El “estrés acústico” o “trauma acústico”
es un trastorno que padecen personas expuestas a ruidos intensos, constantes,
no esperados y no tolerables por los sentidos. Nuestro oído está
capacitado para oír sin sufrir daño hasta 85 decibeles
(unidad que mide la intensidad del ruido), cuando supera este nivel
se lesiona.
El profesor doctor Carlos Kukso, a cargo de la 1º Cátedra
de Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Buenos Aires, plantea que “el trauma acústico es individual
y depende del tiempo de exposición a los valores que dañan
el oído. El mismo tiene dos dimensiones: el daño producido
en la audición y el trastorno psicológico que depende
de la personalidad del afectado”.
“Este trastorno puede ser agudo o crónico. En el primer
caso, el individuo está expuesto a un ruido de intensidad máxima
que le produce una pérdida auditiva que puede ser reversible
y sensación de abombamiento en los oídos (por ejemplo
una explosión). El segundo caso refiere a la exposición
de ruidos en forma habitual y continua que superan los decibeles tolerables”,
agrega el especialista.
QUIENES ESTAN EN RIESGO
Los grupos de riesgo que padecen estos trastornos son las personas
que trabajan en la industria metalúrgica, textil, quienes disparan
armas de fuego y odontólogos, entre otras actividades laborales.
A esto hay que sumarle aquellos que viven cerca de espacios de alta
polución acústica como vías preparadas para la
gran circulación de vehículos, ferrocarriles o aeropuertos.
LOS SINTOMAS QUE LO REVELAN
“Expuesto a ruidos intensos, el estrés acústico
se manifiesta mediante zumbidos en los oídos (en la jerga médica
se llama “acúfenos”) que pueden generar pequeñas
caídas auditivas en los niveles agudos. Si se sale del ambiente
donde se producen estos ruidos lo más probable es que se recupere
la audición. Si se prosigue expuesto a esos niveles de ruido
lo más probable es que la hipoacusia avance gradualmente generando
trastornos en la audición”, comenta el doctor Kukso.
El estrés acústico puede producir cefaleas, hipertensión,
trastornos cardíacos. Es decir, toda una serie de sintomatología
independiente a la auditiva. En caso de tener una estructura de personalidad
susceptible, el afectado agrava el cuadro previo y puede sufrir una
pérdida de control. El ruido, afirman los especialistas, puede
actuar como ‘encrespador’ del sistema nervioso.
Refiriéndose a su dimensión psicológica, el jefe
de la división tratamiento ambulatorio del Departamento de Salud
Mental del Hospital de Clínicas, Dr. Jorge Franco, sostiene que
“el estar expuesto a estímulos (llámese ruidos)
que no pueden ser tolerados por los sentidos, el cuerpo lo percibe como
una agresión, lo que genera una situación de alarma en
la persona, que se manifiesta mediante la irritabilidad, tensión
corporal y alteración del sueño entre otros síntomas”.
PREVENCION
Además, las personas que estén expuestas a la contaminación
sonora pueden desarrollar las siguientes prácticas preventivas:
1. En primer lugar medir los niveles de ruidos.
2. Segundo si el ambiente supera los valores tolerables usar protectores
auditivos.
3. Tercero hacerse un estudio audiométrico para evitar daños
irreversibles.
Mas información: División Otorrinolaringología
del Hospital de Clínicas. Av. Córdoba 2351, 1º piso,
Ciudad de Buenos Aires (1120). Teléfono: 5950-8690 .