Entre el 7 y el 18 por ciento de los sujetos de entre 24 y
40 años tienen hipoacusia, provocada, en gran medida, por la
contaminación acústica. El ruido ambiental también
produce estrés y trastornos del sueño.
La contaminación acústica ambiental está provocando
un aumento de las pérdidas auditivas en jóvenes, según
ha destacado Dionisio Alonso Párraga, otorrinolaringólogo
del Complejo Hospitalario Universitario Xeral Cíes, de Vigo.
A tenor de los datos que baraja este especialista, en la última
década se ha producido un incremento de la hipoacusia de entre
el 7 y el 18 por ciento en personas que tienen entre 24 y 40 años.
Alonso Párraga, que ha hablado de contaminación acústica
en la Universidad de Vigo, no tiene dudas de que ese aumento de la incidencia
obedece al ruido que emanan las ciudades que conforman el mundo del
siglo XXI. "Las pérdidas de audición se producen
en los tonos agudos, y siempre están relacionadas con el ruido
y el envejecimiento".
El problema, además, se agrava porque las lesiones son irreversibles
y carecen de tratamiento, por lo que la prevención constituye
el único frente en el que se puede luchar. El tráfico
automovilístico, los locales de ocio, los teléfonos, los
auriculares, las impresoras e incluso los ordenadores son algunas fuentes
de ruido contra las que resulta difícil combatir. Sin embargo,
el próximo mes de febrero entrará en vigor la nueva normativa
europea contra el ruido, que exigirá una reducción del
nivel de ruido ambiental de al menos 5 decibelios.
Alonso Párraga apunta algunas propuestas eficaces y que involucran
a las instituciones, a la industria y a los propios ciudadanos. "Hay
que mejorar la construcción de edificios para que aíslen
mejor del ruido, hacer aceras más anchas, disminuir la emisión
de ruido de los motores, controlar los tubos de escape y mejorar el
aislamiento de los locales de ocio, quizás concentrándolos
en una zona alejada de las viviendas".
Alta exposición
También advierte de la exposición que actualmente tienen
los niños a la contaminación acústica ambiental
y subraya la necesidad de extremar las medidas de precaución.
"Podemos intervenir en determinadas costumbres como en el uso que
los pequeños hacen de los auriculares. No permitir que estén
con ellos más de una hora ni que el volumen supere un nivel medio.
Hay que tener en cuenta que el impacto sobre el oído es directo".
En opinión de Alonso, el médico debe adoptar una postura
activa y llamar la atención de la sociedad sobre los problemas
que causa el ruido ambiental. "No sólo provoca hipoacusia,
sino también estrés, trastornos del sueño, del
comportamiento, conductas agresivas o problemas cardiovasculares".
Los expertos esperan que la prevención del ruido ambiental,
hoy en día cuarta causa de contaminación en los países
occidentales, tenga una respuesta similar a la que en los últimos
años se ha producido en el ámbito profesional, pues la
incidencia de la hipoacusia en los trabajadores españoles ha
disminuido un 30 por ciento. "Antes las lesiones auditivas eran
la enfermedad profesional más frecuente, pero se han adoptado
medidas que han mejorado la situación. La industria ha reforzado
el aislamiento de las áreas de ruido y los propios trabajadores
han tomado conciencia de la importancia de cuidarse", ha señalado
Alonso.
Según los datos del Colegio de Médicos de Pontevedra,
los costes económicos derivados del ruido ambiental que se calculan
para 2005 en los países de la Unión Europea superarán
los 30.000 euros.