Las aulas no son el mejor lugar para un niño con oídos
sensibles. A estos niños les molestará el ruido de los
demás niños, que hablan todos a la vez y mueven las sillas
para adelante y para atrás porque tienen que alcanzar el lápiz
que se les ha caído al suelo, o simplemente, porque no pueden
estarse quietos.
Un estudio realizado por la Universidad de Oldenburg en Alemania lo
confirma, la mayoría de las aulas son demasiado ruidosas. Los
niveles de ruido medidos durante una clase normal en una escuela primaria
eran de 70 a 77 decibelios.
El ruido afecta negativamente a los niveles de concentración
de los niños, un problema que es aún peor para los niños
que sufren pérdida de audición de nacimiento. En contraste,
el nivel de ruido máximo recomendado en un lugar de trabajo para
evitar que se reduzcan los niveles de concentración es de 55
decibelios.
"Situaciones en las que niños con audición normal
tienen que esforzarse para oír la voz del profesor debido al
ruido de fondo, resultan una tarea casi imposible para un niño
con discapacidad auditiva," dice Gerhard Hillig de la asociación
para una audición mejor &aquot;Forum Besser Hören&aquot;. Tanto los
padres como los profesores son los responsables de darse cuenta si el
niño tiene problemas auditivos, y puede estar teniendo dificultades
para seguir la clase.
Se tienen que tomar una serie de medidas para reducir el ruido
y mejorar la acústica de las aulas, entre otras:
Utilizar parches de fieltro en las patas de las mesas y las sillas.
Realizar un mantenimiento periódico del mobiliario - reparación
de cajones chirriantes, y de mesas y sillas con niveles desiguales.
Utilizar cortinas o persianas.
Usar recubrimientos de corcho y tablones de anuncios en las paredes.
Poner alfombras que filtren los ruidos.