Los trastornos genéticos suelen estar relacionados con la pérdida
de audición y la sordera. La compleja estructura del oído
ofrece muchas posibilidades para que los defectos genéticos puedan
afectar en el desarrollo y las funciones del oído.
Muchas de los tipos más comunes de pérdida auditiva se
deben a mutaciones genéticas. Entre algunos de los ejemplos de
deficiencias auditivas hereditarias y genéticas se encuentran
la Otosclerosis, el Síndrome de Usher y el Síndrome de
Pendred. Además, aproximadamente la mitad de todos los casos
de pérdida de audición infantil están asociados
con mutaciones genéticas.
Existen varias maneras en las que las mutaciones genéticas pueden
producir pérdida de audición. Las mutaciones que se producen
en las células pilosas sensoriales del oído interno, la
cuales tienen un papel vital en la capacidad auditiva de una persona,
pueden impedir que dichas células funcionen de forma óptima
y, por tanto, pueden provocar una pérdida de audición.
Otro factor muy importante relacionado con la pérdida de audición
es la influencia de nuestro entorno, en especial, los ambientes ruidosos.
Sin embargo, es cierto que existen personas más vulnerables al
ruido que otras. Esto se debe a que sus genes les hacen ser más
propensos a padecer una pérdida de audición inducida por
el ruido, los fármacos o las infecciones. Por tanto, se puede
decir que cada oído es diferente.
El trazado científico del genoma humano está constantemente
llevándonos a descubrir genes asociados con la audición.
En el futuro, las pruebas genéticas y las exploraciones en busca
de mutaciones ayudarán a prevenir y tratar la pérdida
de audición.