Hay personas cuyas vidas están marcadas por una limitación, como puede
ser ceguera, sordera, discapacidad motriz, déficit cognitivo o problemas
sensoriales severos. Existen sujetos que padecen más de una deficiencia.
Hay otros casos con discapacidades progresivas que comprometen varias
funciones y cuyo devenir lleva a ellas y a sus familias a un constante
adaptarse a las imposibilidades cada vez más agudas.
Son discapacidades que van manifestándose como las demencias, algunos
tipo de sordoceguera, como el síndrome de Usher, en el cual el sujeto,
o estuvo sano hasta un momento determinado, o bien comienza con sordera,
para luego empezar con los compromisos visuales por la retinitis pigmentosa.
Este síndrome es una enfermedad genética en la que se dan retinosis
pigmentaria e hipoacusia neurosensorial grave. Si se hace un diagnóstico
precoz, pueden tener un desarrollo psicomotor e intelectual aceptable
gracias a las ayudas visuales y terapias de estimulación combinadas
con audioterapia.
Puede estar acompañada de retraso intelectual, problemas psiquiátricos
y afasia, que suelen provenir de la misma complejidad del caso y de
las dificultades para comunicarse.
El síndrome de Chargue es otra patología con multideficiencias, en la
que se encuentran sordera, ceguera, retraso cognitivo y de crecimiento,
hipogonadismo, problemas respiratorios, renales y multideformaciones.
La educación y la atención de un sujeto con multidiscapacidades implica
un trabajo interdisciplinario en el que médicos, familiares, docentes
y demás personas estén unidos en una tarea.
Los profesionales deben satisfacer las necesidades del sujeto con diversos
problemas y comprender cómo la interacción genera una persona con características
únicas, que es mucho más que las suma de varias limitaciones.
Alicia Arenaza