No
siempre resulta fácil detectar los problemas auditivos en niños recién
nacidos. Cinco son las condiciones que con frecuencia impiden detectar
la hipoacusia neonatal aún tras haberse realizado las pruebas pertinentes:
- Casos en los que el bebé no nace con pérdida auditiva pero la padece
a partir de una patología determinada (meningitis bacteriana por ejemplo)
- El recién nacido puede sufrir una pérdida de oído en principio irrelevante
lo que impide su detección temprana. Sin embargo, el trauma auditivo
se va manifestando de forma paralela al desarrollo normal del niño.
En algunos casos se trata de sorderas progresivas entre las que cabe
incluir sorderas hereditarias y sorderas sindrómicas asociadas como
los síndromes de Alport, Waardenburg Tipo II o Alstrom, enfermedades
infecciosas, malformaciones anatómicas, tratamientos perinatales y
drogas ototóxicas.
- Niños que desarrollan pérdidas auditivas tardías sin una causa
aparente y a las que por tanto no se puede considerar puras.
- Niños con sorderas congénitas no detectadas por no haber sido sometidos
a programas de screening auditivo ( por abandono prematuro del hospital,
inexistencia de programas de screening, etc)
- Bebés que aunque pasan el screening auditivo padecen pérdida auditiva
y por lo tanto son considerados como falsos negativos.
Un reciente estudio desarrollado en la Universidad de Nottingham se
ha preocupado por analizar los datos epidemiológicos fundamentales en
el planteamiento y aplicación de los programas de screening auditivo
y de los servicios audiológicos para niños con discapacidad auditiva.
Los investigadores han revisado específicamente los conceptos de prevalencia,
etiología y demografía a fin de establecer criterios útiles a la hora
de analizar los datos aportados por el screening. Para ello han realizado
una selección previa de la literatura más relevante en la que quedan
descritos los datos referidos a aquellos recién nacidos con pérdidas
auditivas superiores a 40 dB.