Los jardines de infancia y guarderías son a menudo lugares muy
ruidosos. Hay niños jugando y chillando por todos lados y arrastrando
mesas y sillas. De acuerdo con un informe danés elaborado por
la asociación de profesores de jardines de infancia y guarderías,
el nivel diario de ruido en las guarderías a menudo se encuentra
entre los 80 y 85 dB(A). Un nivel de ruido constante de 85 dB(A) durante
una jornada laboral puede provocar daños en la audición,
y en muchos otros lugares de trabajo se requeriría a los trabajadores
que utilizaran protectores.
El
constante ruido molesta y cansa a los profesores y a los niños
por igual. El ruido generado por los niños a menudo tiene un
efecto acumulativo, ya que estos chillarán más para hacerse
entender entre los demás niños que están chillando.
A largo plazo, un nivel de ruido elevado puede provocar problemas de
audición tanto a los niños como a los profesores, por
ejemplo, tinnitus u otro tipo de alteraciones. En los últimos
años ha habido un incremento espectacular del número de
niños y jóvenes con alteraciones de audición. En
lugar de tratar de ignorar el ruido, debe identificarse el origen del
mismo y si fuera posible intentar reducir los niveles. En la práctica,
incluso unos pequeños cambios en la disposición de las
habitaciones o el uso de otro tipo de juguetes puede reducir considerablemente
el ruido.