Los sordos sienten las vibraciones en la misma región del cerebro
que el resto de las personas usan para oír, lo que permite explicar
por qué disfrutan de la música personas que no poseen
capacidad auditiva, afirma un estudio presentado a fines de 2001.
El cerebro de los sordos, según esta investigación, readapta
su estructura para suplir la deficiencia que impone la sordera, ha señalado
Dean Shibata, profesor de radiología de la Universidad
de Washington.
Shibata,
que ha realizado numerosas investigaciones con personas sordas, ha utilizado
ahora imágenes de resonancia magnética funcional (FMRI,
según sus siglas en inglés), para comparar la actividad
cerebral entre sordos y personas que pueden oír.
El estudio mediante este tipo de escáner avanzado ha permitido
comprobar que la clave radica en un área del cerebro denominada
el córtex de audición.
Según ha explicado Shibata en el encuentro anual de la Sociedad
Radiológica Estadounidense, que se celebra en Chicago, tanto
los sordos como quienes no lo son muestran actividad en las zonas del
cerebro que procesan las vibraciones.
Pero
los sordos muestran además una especial actividad en el córtex
de la audición, aunque ese área sólo debería
entrar en funcionamiento durante la estimulación auditiva.
"Estos hallazgos ilustran cómo la alteración de
experiencias puede afectar a la organización del cerebro",
ha dicho Dean Shibata.
El radiólogo, que realizó sus investigaciones mientras
trabajaba en la Escuela de Medicina de la Universidad de Rochester,
en Nueva York, asegura que "el cerebro es increíblemente
adaptable".
"En alguien que es sordo, el cerebro en formación se aprovecha
de un espacio valioso para procesar las vibraciones y así usa
el mismo lugar que debería ser utilizado, de otro modo, para
procesar los sonidos", ha explicado.
Para comprobar sus ideas, el radiólogo realizó pruebas
mediante imágenes de resonancia magnética funcional a
diez voluntarios sordos y a otras once personas con audición
normal.
Todos ellos fueron sometidos de modo voluntario a pruebas de escáner
mientras sostenían en sus manos dispositivos que emitían
vibraciones intermitentes.
Entre los sordos, el escáner registró una importante
actividad en el cerebro, en la zona conocida como córtex de la
audición, un área que tiene el tamaño de una pelota
de golf. Sin embargo, pese a que las vibraciones recibidas en la mano
eran las mismas, las personas con audición normal no mostraron
ninguna actividad en ese área.
Para Dean Shibata, esto significa que el cerebro de los sordos ha aprovechado
para procesar las vibraciones un área dejada libre por los estímulos
auditivos, ya que no pueden ser utilizados.
En su opinión, esto explica por qué los sordos pueden
disfrutar en los conciertos de música y por qué algunos
de ellos pueden llegar a ser grandes intérpretes.
Hasta ahora se creía que el cerebro se organiza nada más
nacer y que algunas áreas particulares del cerebro siempre realizan
la misma función, independientemente de lo que ocurra.
Nuestros genes, opina el investigador, no dirigen el modo en que el
cerebro se organiza, sino que proporcionan una estrategia de desarrollo.
"Algo así como una orden de que todas las partes del cerebro
deberán ser usadas de acuerdo con la máxima eficacia",
ha indicado Shibata.