Consideramos que la capacidad para comprender y utilizar el lenguaje
es uno de los principales logros de la especie humana. Los diversos
aspectos del desarrollo del niño abarcan el crecimiento físico,
los cambios psicológicos y emocionales, y la adaptación
social. Muchos determinantes condicionan las pautas de desarrollo y
sus diferentes ritmos de implantación
Para poder entender nuestra postura es conveniente dar una breve explicación
sobre lo que entendemos sobre las teorías de Piaget y de Vygotsky.
Piaget (1967) argumentó que para el desarrollo de la inteligencia
es preciso que el niño actúe sobre el ambiente y se dé
cuenta de las consecuencias de sus acciones. De esta manera, el niño
construye una comprensión del ambiente que se refleja en su inteligencia.
Desde este punto de vista, el lenguaje refleja el pensamiento, aunque
Piaget también admitió que la adquisición del lenguaje
hace posible separar el pensamiento de la acción. Vygotsky propuso
que el pensamiento y el lenguaje se desarrollan en paralelo hasta los
dos años aproximadamente. En este momento, el lenguaje y el pensamiento
empiezan a unirse y a influirse mutuamente, con la ventaja de que el
lenguaje puede ser utilizado para ayudar al pensamiento y el pensamiento
puede ser utilizado para el lenguaje.
A partir de esta reflexión teórica, es conveniente decir
que el estudio de los niños sordos ha servido para estudiar la
relación entre lenguaje y cognición. Si la persona sorda
no posee un lenguaje oral similar al de otras personas de su entorno,
y si el lenguaje es un prerrequisito para la cognición, entonces
la capacidad de la persona sorda para razonar y pensar debería
estar deteriorada o incluso ausente. A la inversa, si el lenguaje depende
de la cognición, entonces el conocimiento y la comprensión
de una persona sorda debería ser equivalente al de una persona
oyente.
La sordera, en principio, no afecta a la capacidad intelectual del
individuo ni a su habilidad para aprender. No obstante, un niño
sordo pierde la estimulación lingüística de los niños
normales y el retraso en el aprendizaje del lenguaje puede causarle
retraso escolar. Este retraso tiende a ser acumulativo y el adolescente
sordo puede llegar a sumar 4 o más años escolares de retraso.
Pero, pensamos que si el niño sordo recibe una estimulación
lingüística precoz mediante el lenguaje de signos tendrá
un rendimiento escolar normal. Por lo tanto, creemos que los educadores
de niños con deterioro auditivo deben trabajar desde etapas muy
tempranas de la vida con el lenguaje para que éste se desarrolle.
Además, el niño sordo parece tener una comprensión
acerca de las personas y de los objetos y es capaz de manejar símbolos
a una edad temprana, como se demuestra por su uso precoz de signos y
juegos imaginarios. Cualquier retraso en el desarrollo de las capacidades
cognitivas de un niño sordo no se debe, según nuestro
punto de vista, a la falta de inteligencia o habilidad lingüística
sino más bien a una falta de experiencia o entrenamiento. Así,
aunque una persona sorda puede tener un habla incomprensible, puede
poseer un lenguaje gestual de una complejidad y sofisticación
comparable a la de cualquier lenguaje hablado. En este sentido, pensamos
que las personas sordas que pueden comunicarse por el lenguaje gestual
no pueden tacharse de no poseer un lenguaje, ya que a través
de este lenguaje gestual consiguen desarrollar su experiencia.
En conclusión, pensamos que los alumnos sordos con o sin capacidad
de hablar, deben ser tratados de manera individualizada e intentar integrarlos
en el aula. Su rehabilitación requiere profesores especiales
y siempre depende de la comprensión personal y de la paciencia.
Este proceso se debe realizar lo más tempranamente posible, para
que el niño sordo no sufra retrasos escolares y falta de experiencia
por no utilizar un determinado lenguaje.
Carmona de la Torre Beatriz, Naranjo Serna Estrella, Romano Novillo
Margaritam, Torrero Plaza Toñi
Universidad de córdoba. Psicopedagogía (España)