Las personas Sordas viven constantemente sometidos a las dificultades
de comunicación en un mundo estructurado a partir del sonido.
Muchos de ellos sueñan con un lugar donde todos sepan la lengua
de Señas para que desaparezcan las barreras de comunicación.
En algunos lugares del mundo se ofrece esta posibilidad de poder comunicarse
en lengua de señas de modo permanente y cotidiano. La Universidad
de Gallaudet, es un ejemplo de ello.
La utopía Sorda, ese lugar ideal donde los Sordos pueden comunicarse
sin barreras, no es nueva ni exclusiva del grupo de Laurent City. Hay
varios ejemplos históricos de tales utopías, y ya antes,
en Estados Unidos, hubo quienes tomaron iniciativas para concretarlas.
En algunos lugares, aldeas, pueblos que cuentan con una población
pequeña, hay condiciones para que varios sordos convivan y creen
una lengua de señas propia que el resto de personas oyentes aprenden
y la usen de forma natural junto a la lengua hablada del resto del
grupo. Eso ha sido observado y descrito entre los urubú-kaapor
(una población indígena del Brasil); en la aldea de Adamorobe
(Ghana); en la aldea Desa Kolok de Bali (Indonesia), y en otros lugares
que cuentan con pequeñas poblaciones, relativamente aisladas
por sus condiciones geográficas, y viven en islas, lugares selváticos,
desiertos.
Por ejemplo en un pueblo de Kano (Nigeria) sus habitantes suelen usar
una rica gestualidad paralingüística en sus conversaciones.
Mover las manos y hacer expresiones faciales adecuadas a lo que se
va diciendo es apreciado positivamente en ese pueblo. De ese modo,
cuando las personas sordas se encuentran con oyentes en la cotidianidad,
la rica gestualidad a lo que están acostumbrados los habitantes
permite la interacción con los sordos. Ejemplos similares ocurre
en algunos otros pueblos africanos.
Esto constituye lo que llamaríamos la “utopía” para
la comunidad sorda, donde los habitantes oyentes de la aldea dominan,
en menor o mayor medida la lengua de signos, por lo que las Personas
sordas no están limitadas para comunicarse con el resto del
poblado. Por ello, la comunidad sorda es plenamente aceptada por el
resto, y no tienen limitaciones particulares para acceder al trabajo,
la educación, la cultura, etc.