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Lunes, 9 de Enero de 2006 - Comunidad
Al borde de la sordera, se recibió de ingeniero y sueña con diseñar autos

Padece de hipoacusia bilateral severa desde los tres meses de vida. Le cuesta conseguir trabajo porque, dice, su discapacidad le juega en contra.

Martín Basso tiene 27 años y dice que no va a renunciar a su sueño de tener una empresa propia de diseño y construcción de automóviles. "Sé que es difícil. Pero todo en mi vida fue difícil". Desde los tres meses de vida sufre de hipoacusia bilateral severa. Por eso tiene afectado el 90 por ciento de su capacidad auditiva. Está al borde de la sordera total.

Pese a esta tremenda dificultad que le impide comunicarse normalmente con el mundo, Martín cumplió la primera etapa de su sueño: se recibió de ingeniero industrial con un promedio de 7,50, después de siete años de estudio. Cursó en Buenos Aires, en la Facultad Regional de la Universidad Tecnológica Nacional. Y dice que pese a su sordera, los años de estudio no le fueron complicados."Sólo repetí preescolar".

El problema de Martín fue producto de una mala praxis. A los tres meses le detectaron una gastroenteritis. Un médico de Trelew, ciudad donde nació y vive, le recetó un medicamento que comenzó a complicarle su capacidad auditiva. "Cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde", cuenta a Clarín Mari, la mamá de Martín.

Las dudas de la familia surgieron después, porque con casi dos años, el chico no pronunciaba palabra alguna. "Sólo decía auto", asegura la mamá. Fue una premonición: ahora, los autos son la pasión del flamante ingeniero.

Un médico amigo de la familia llegó un día a la casa. Puso a Martín mirando la pared. Y detrás suyo comenzó a golpear cacerolas. El chico no se movía. "Recién entonces supimos del problema", dice la madre.

Problema que no fue impedimento para que Martín Basso intentara llevar una vida normal. Siempre estudió un poco más. Fue a una escuela común por la mañana y a una para sordos por la tarde. "Mis compañeros de la escuela fueron unos fenómenos. Jamás me discriminaron". Siempre se sentaba en la primera fila. "No buscaba ningún privilegio. Sólo quería estar cerca de los profesores para leerle los labios y así entenderlos mejor". Recuerda que a sus maestros les contaba su dificultad. "Pero no les pedía ningún esfuerzo especial conmigo. Les decía qué me pasaba y algunos me entendían y hablaban más pausadamente".

Pero otras veces se olvidaban de Martín. Sus maestros hablaban rápido o mientras caminaban por el aula, o mirando hacia el pizarrón. "A veces me desesperaba. No podía entender lo que decían. Recurría a los apuntes de mis compañeros. Pero también era complicado porque había cosas que los chicos no anotaban porque lo retenían sin esfuerzo.

Así con las mismas dificultades hizo su carrera universitaria en siete años, cuando lo habitual son cinco. Ahora entró en otra etapa, tal vez igual de difícil: conseguir un trabajo. "Tuve varias audiencias en empresas. Pero entre una persona normal y un discapacitado auditivo no dudan. Creo que se me va a hacer difícil. Pero lo voy a seguir intentando". En las entrevistas no sintió que lo discriminaran. "Me trataban como una persona normal. Al menos así lo sentía yo. Pero después, a la hora de elegir creo que mi discapacidad jugaba en contra. Nunca me dijeron que no me contrataban por mi sordera. Me agradecían por haberme presentado ahí terminaba todo".

Martín es el mayor de tres hermanos varones. Vive en una casa a pocas cuadras del centro de Trelew junto a sus padres Mari y Rosario y a sus hermanos Juan y Darío. Admite que sus últimos años de estudio fueron también difíciles. "Es que las materias son mucho más abstractas. De mucho hablar y pocos apuntes. El profesor pregunta y los alumnos responden. Todo era muy rápido y muchas veces no sabía de qué estaban hablando. Me sentía bastante perdido en las clases porque captaba muy poco".

Recurrió a la receta de los años de infancia: apuntes de sus compañeros y entablar largas charlas con sus profesores, fuera de clases, para entender mejor cada materia.

Ahora, mientras espera una oportunidad, diseña automóviles. Preparó un portfolio que muestra con orgullo. Será su carta de presentación. Pero además, su sueño es tener una empresa propia en la Patagonia. "Tengo que lograrlo. Quiero primero hacer algunas cosas para mejorar mi calidad de vida", dice Martín que reconoce que si no tiene colocado su audífono "prácticamente no oigo". Con un poco de dificultad para hablar, pero toda la paciencia del mundo para entender a los demás, sigue pensando que no todo está perdido. "Perdí la capacidad de escuchar, es verdad. Pero lo que no voy a perder nunca es la fe".

Discapacidad e hipoacusia en el país

El 7,1% de la población argentina tiene alguna discapacidad. En números absolutos se trata de 2.176.123 personas, según la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad realizada por el Indec en 2004.

El 53,6% de las personas con discapacidad son mujeres. El 11,7% de las personas con alguna discapacidad son menores de 15 años, el 48,5% tiene entre 15 y 64 años y el 39,8% restante es mayor de 65 años.

Las discapacidades motrices son las más frecuentes: se dan en el 39,5% de los casos. Les siguen las visuales (22%) y las mentales (15,1%).

El 12,2% de la población del país está afectada por alguna discapacidad auditiva. En este grupo de personas se incluyen a los sordos y a los hipoacúsicos.

La hipoacusia infantil puede ser detectada por medio de un método llamado otoemisiones acústicas. Desde 2001, hay una ley que establece que todo recién nacido tiene derecho antes de los tres meses a ser evaluado auditivamente.

 

FUENTE: CLARIN




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