Un
estudio demostró que tanto el uso de preservativos como la información
sobre el VIH-sida son menores entre los sordos: no existen campañas en
su propio idioma, la lengua de señas.
La
comunidad sorda reclamó que se pongan en marcha planes de prevención del
sida específicos para personas privadas de la audición. Lo hizo en un
acto donde se dieron a conocer los resultados, inquietantes, de una encuesta:
tanto el uso de preservativos como la información general acerca del VIH/sida
resultaron sensiblemente menores entre los sordos, comparados con la población
general.
Una de las raíces del problema está en que ser sordo no es sólo no poder
oír: es hablar otro idioma, que en nuestro país es la “lengua argentina
de señas”; no es el castellano expresado en señas, sino un idioma
propio, que, además, no se puede escribir, ya que no está hecho de letras
sino de gestos. Toda esta explicación es necesaria para entender que la
prevención del sida entre los sordos no se resuelve presentándoles material
escrito: el castellano no es su lengua materna, y su distancia con un
texto en este idioma es como la que un hablante en castellano puede tener
con un texto en inglés, si ha estudiado este idioma. La solución, entonces,
sería que el mensaje preventivo fuese entregado en el idioma correspondiente,
la lengua de señas, a través de integrantes de la propia comunidad sorda.
“Queremos tomar en nuestras manos nuestra salud, y dejar de ser
manejados por los que supuestamente saben”, dijo, con su idioma
de todo el cuerpo, una dirigente de la Confederación Argentina de Sordomudos.
El pronunciamiento tuvo lugar durante el Primer Foro Interdisciplinario
“Construyendo estrategias para la prevención en VIH/sida y adicciones
en la comunidad sorda”, que organizó la entidad
Riesgo Cero.
Allí se presentó una encuesta (coordinada por Luisa Baum) sobre 228 personas,
la mitad de ellas sordas y el resto oyentes, de entre 15 y 54 años, en
su mayor parte estudiantes y docentes. El 63 por ciento de los sordos
declaró tener actividad sexual y, de éstos, sólo el 58 por ciento dijo
utilizar preservativos. Entre los oyentes de la muestra, en cambio, el
83 por ciento manifestó tener actividad sexual y, de éstos, el 89 por
ciento dijo utilizar preservativos.
Sólo el 26 por ciento de los sordos manifestó haber recibido información
sobre el VIH/sida a través de publicidad, en contraste con el 68 por ciento
que, entre los oyentes, declaró haberse informado por esa vía. Sólo el
19 por ciento de los sordos había recibido información por medio de folletos,
medio que había servido al 60 por ciento de los oyentes; los afiches habían
sido útiles para el 12 por ciento de los sordos, y para el 31 por ciento
de los oyentes; los diarios habían trasmitido información sobre el VIH
al 17 por ciento de los sordos, y al 39 por ciento de los oyentes.
Esto denuncia la particular dificultad para hacer llegar los mensajes
preventivos a las personas sordas. Liliana Rubinstein, coordinadora de
Riesgo Cero y a su vez profesora de sordos, lo ejemplificó así: “Ese
afiche que dice ‘No seas forro, usá forro’, un sordo no puede
entenderlo: porque el significado de la expresión ‘ser forro’
es local, propia de una comunidad y una cultura en particular dentro del
idioma español. El idioma en el que se expresa la comunidad sorda es otro.
Entonces, aunque el mensaje de prevención no sea auditivo sino visual,
sus posibilidades de captarlo son menores que las de la persona cuya lengua
materna es el español”.
Por otra parte, la prevención del VIH también incluye facilitar que la
gente tenga fácil acceso a los tests de detección, cuyos resultados deben
ser entregados en un ámbito de privacidad y contención. “Esto no
funciona para los sordos, por falta de hospitales o centros de salud con
personal entrenado en la lengua de señas, advirtió Rubinstein: el adolescente
que precise un análisis de VIH, la pareja que quiera hacerse un estudio
mutuo, están en clara desventaja con respecto a las personas que pueden
oír.”
Esta situación se agrava en la medida en que “la comunidad sorda
es relativamente cerrada, lo cual incrementa los peligros epidémicos de
la difusión del virus”.
La solución requeriría “armar redes: empezar por capacitar a intérpretes
en lengua de señas para que así la actitud preventiva ingrese y se pueda
trasmitir por vía de redes a partir de los líderes de la comunidad sorda”,
según propuso la coordinadora de Riesgo Cero.
En el Foro, que contó con intérpretes de la lengua de señas, participaron
también adolescentes de la comunidad sorda, como Paola Fascia y Gullermo
Aimar: “En el colegio, cuando dan educación sexual, dejan de lado
el tema del sida”, señaló ella. “En tercer año, tuvimos la
suerte de que la profesora de Cívica tomara la iniciativa de hablar del
tema”, comentó él.
Ana María de la Rocca, directiva de la Confederación Argentina de Sordomudos,
destacó que “el problema de la prevención del VIH se vincula con
las grandes dificultades que tenemos los sordos cuando nos acercamos a
los servicios hospitalarios: nos consideramos discriminados”, sostuvo,
y destacó “la necesidad de capacitar e incluir intérpretes de nuestro
idioma entre el personal hospitalario”.
Marita Druetta, de la misma entidad, recordó que “hace años, los
sordos estaban sujetos a la manipulación de los profesionales, en especial
los médicos, y nuestra lengua de señas era desestimada. Preferimos tomar
en nuestras manos, y en nuestro idioma, lo que se refiere a nuestra salud.
Tratándose de prevenir el VIH, es importante que las personas sordas participen
en la difusión de los mensajes, que así van a circular en el idioma que
nos da identidad”.