¿Es posible que los niños sordos adquieran y desarrollen
su idioma y comprendan lo que escriben y leen? ¿Un niño
con trastornos auditivos es capaz de leer un libro y estructurar lingüísticamente
lo que ve? Esto es posible gracias a la logogenia, creada por Bruna
Radelli, de la Dirección de Lingüística del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, quien aplica este método
desde 1992 en México e Italia.
Doctora
en Lingüística Hispánica por el Colegio de México,
Radelli empleó sus conocimientos de gramática generativa,
que sostiene que el lenguaje es una facultad biológica que todos
los seres humanos poseen y van desarrollando. Es en los primeros años
de vida del hombre dijo, cuando se procesa el input o entrada para adquirir
la lengua, el cual permite acceder a la percepción, selección,
registro y procesamiento lingüístico a nivel, fonético,
léxico, semántico y sintáctico.
En 1991 surge el método de la logogenia, —término
que se deriva de logos, lingüística, y génesis, surgimiento—,
cuando la doctora Radelli es llamada a impartir un curso, cuyo objetivo
está enfocado a integrar a la comunidad sorda a los grupos que
hablan español, no sólo a través del lenguaje de
señas sino por el uso del idioma. Es aquí donde se da
cuenta que los niños sordos carecen de la capacidad de construir
y percibir significados sintácticos.
Para entender y comunicarse, los niños sordos que no saben español,
se guían por sus necesidades, el sentido común y el conocimiento
del mundo. El lenguaje en cambio permite trascender la realidad y la
experiencia y permite comprender conceptos abstractos. Radelli explicó
que los niños no sabían español porque en lugar
de darle acceso a la lengua de una manera natural, como se requiere
para el desarrollo de una facultad biológica, se les enseña
y ésta se adquiere en condiciones específicas.
“Ser sordo impide la activación de las facultades biológicas
de la lengua, porque es necesario oírla desde el nacimiento y
durante los primeros años de crecimiento, periodo de adquisición
natural de la lengua”, dijo Radelli. Existen sordos que han adquirido
el idioma, cualquiera, sea español, italiano o portugués.
Esto comprueba que a pesar del daño auditivo no existe disfunción
cerebral en la parte que desarrolla la lengua, entonces la información
que no pasa por el oído se trasmite a través de la vista
proporcionando la información de forma escrita.
La escritura, sin embargo, no es el aspecto principal dentro de la
logogenia, lo esencial está en la selección e identificación
de la información que se les proporciona a los sordos para activar
la facultad biológica que permite la adquisición natural
de la lengua. El método es comparado por la lingüista con
un proceso de inseminación artificial del lenguaje, que elimina
el sobrante e identifica cuál es la información indispensable
para adquirir la lengua de forma natural.
El input, necesario e imprescindible para activar la lengua
Los niños sordos están excluidos de la posibilidad de
escuchar y no pueden procesar la lengua porque no tienen el input o
entrada de información necesaria. La logogenia identifica éste
para que en un año escolar durante una hora diaria reciban la
información seleccionada de acuerdo a consideraciones teóricas
y experimentales, equivalente a la adquirida en los primeros años
por una persona que escucha.
La propuesta de la logogenia trabaja con el principio de la oposición,
explicó Radelli, ya que “la mecánica por la cual
los hombres adquirimos conocimiento y experiencia es porque estamos
facultados para percibir y procesar oposiciones”.
Las oposiciones se le muestran al niño sordo en forma de pares
mínimos, oraciones de similares que se diferencian en un solo
elemento: un artículo, la preposición, el orden, la puntuación
y la forma de la palabra. Se presentan en forma de órdenes escritas
que el niño o adolescente sordo debe ejecutar; en caso de no
entender la oración se muestra a otra persona y ésta realiza
la actividad en presencia del niño sin hacer comentario alguno.
Algunos de los ejemplos de pares mínimos, que la doctora señaló
se presentan a continuación, mismos que contribuyen a adquirir
la competencia lingüística, es decir la capacidad de construir
y percibir significados sintácticos:
1a. Dame la tapa de la botella
1b. Dame la tapa y la botella
2a. Llegó la señora que vendió el globo que vuela
sobre el techo
2b. Llegó la señora que vendió el globo y que
vuela sobre el techo
Las oraciones presentan una pequeña diferencia que cambia el
sentido de la oración. Cada frase da una cantidad de información
mayor que la suma del significado de las palabras que la componen. Esta
estructura de la oración se basa en las reglas de la sintaxis.
La aplicación del método en niños sordos debe
hacerse de manera individual, aunque hay pocos logogenistas para cubrir
la demanda. Se recomienda aplicar por lo menos 3 horas a la semana y
en un año el niño será capaz de entender lo que
lee.
Radelli explicó que la logogenia se puede aplicar desde que
el niño o adolescente sordo empieza a leer. No se conoce hasta
qué edad se puede adquirir la lengua y no se puede experimentar
con niños que escuchan, pero con infantes sordos de 7 a 10 años
funciona el método. Tampoco se aplica en un adulto sordo ya que
está fuera del periodo de adquisición del lenguaje.
El único input que se utiliza es la comprensión de la
información sintáctica contenida en las frases, sin utilizar
señas, gestos o alguna expresión que interfiera en el
procesamiento de la información sintáctica. Los pares
mínimos u oraciones son autónomas, la información
no está sólo en el significado de las palabras. "La
oración correcta puede ser ilógica y la incorrecta coherente,
al reconocer la frase agramatical el niño demuestra que tiene
competencia lingüística".
La investigadora de la logogenia concluyó que “este método
es muy importante para la teoría lingüística, ya
que los datos aportados no pueden ser obtenidos a través de la
adquisición de la lengua en los oyentes”.